En algunas ocasiones, el nombre de un señuelo ya nos da una gran pista sobre la manera de utilizarlo. En este caso, la palabra jerk – traducido al español, algo así como tirón – nos indica que estos señuelos se trabajan imprimiéndoles uno, dos o tres tirones utilizando la puntera de la caña, para posteriormente realizar una pausa y volver a empezar. Es cierto que también funcionan en recogidas lineales pero no lo es menos que con tirones y pausas entre medias, los resultados suelen ser mejores.
En relación con lo anterior el jerkbait es un señuelo que dependiendo de la acción y el tempo que se le dé, puede variar en gran medida su acción y por lo tanto, el estímulo y perfil con el que se van a encontrar nuestros queridos rivales.
En este sentido, el factor que más diferencias marca es la cadencia que le demos a nuestro señuelo. Este tempo viene definido principalmente por dos parámetros, por un lado, la energía con la que vamos a dar vida al señuelo y por el otro, la frecuencia con la que vamos a mover al engaño. Esto se va a traducir en que dependiendo de nuestro modo de actuar el jerkbait por un lado se va a mover de una manera más o menos nerviosa y por el otro va a permanecer estático durante periodos más o menos largos de tiempo.
Cada época, cada jornada, incluso a lo largo de un mismo día de pesca los peces pueden mostrarse caprichosos y en base a multitud de factores, dependiendo de la cadencia y las pausas que le demos a nuestros jerkbaits, las diferencias a cuanto a capturas pueden ser sorprendentes.
Como norma general, cuanto mayor actividad muestren los peces, más nerviosos deben ser los movimiento que le imprimamos el jerkbait y más cortas haremos las pausas, si los peces están apáticos o no muestran demasiada actividad, vamos a buscar que los movimientos sean más lentos y las pausas más largas.