15:30 Después de una pequeña parada para reponer fuerzas y aprovechando que hemos comido a la sombra de un puente, empezamos a sondear los pilares y zonas aledañas de esta estructura que siempre suele ser un imán para todo tipo de especies. Aquí tenemos todo lo que buscábamos. Pickies de tamaños varios, cucharas ondulantes con diferentes diseños y diferentes blades empiezan a barrer las capas más profundas. Vamos alternando diferentes profundidades y cadencias en la recogida para intentar descubrir que es lo que quieren. Al mismo tiempo, cuando vamos desplazándonos y la sonda nos chiva algún pez suspendido, hacemos por ponerle algún señuelo a su alcance, dejándolo prácticamente estático delante de sus bocas, pero nada parece funcionar.
17:30 Esta situación ya la hemos vivido más veces. Cuando los peces tienen tal cantidad de comida al alcance, se suelen alimentar en periodos muy cortos de tiempo, eso sí, cuando lo hacen, suelen hacerlo con decisión y en muchas ocasiones en grupo, pudiendo enlazar entonces un pez con otro casi a cada lance hasta que cesa el pico de actividad o los peces se resabian. Es por eso que el timing (estar en el lugar indicado en el momento justo) en una jornada como esta puede marcar totalmente la diferencia.
18:00 Aunque este punto siempre tiene peces, también tiene la desventaja de que muchos pescadores lo saben y por lo tanto sufre una elevada presión de pesca. Por eso, cuando no están comiendo con decisión, es más difícil arrancar algún ejemplar aquí que en otros puntos menos castigados. Con esto en mente, decidimos desplazarnos a otro corte de piedra de gran profundidad dónde a esta hora ya le dará la sombra.
Los pickies son otra alternativa segura para pescar profundo; no tengas miedo a los tamaños grandes, estos peces raramente se achican.
18:30 Tenemos la fortuna de encontrar de nuevo lo que buscamos y además no tenemos a nadie a nuestro alrededor. La sonda pronto empieza a detectar una gran concentración de alburnos y lo que es mejor aún, parece que tienen compañía. Una cuchara ondulante baja a ritmo acompasado, la sonda muestra que está a punto de llegar a la zona caliente pero no le da tiempo a llegar. Un ataque brutal y la caña se comba hasta casi el límite de rotura. Una pelea llena de fuerza y poderío que termina un par de minutos después, gracias en parte, a la potencia del equipo. Así transcurren las dos horas siguientes. Picadas secas a la caída. Frenazos contundentes de grandes pickies en recogidas continuas. Varios peces perdidos y un buen puñado de barbos que logramos izar. En algunos periodos las recogidas agresivas marcan diferencias, en otros en cambio, son las lentas y lineales las que desencadenan más picadas, pero quizás han sido los engaños más voluminosos, los más solicitados por estos musculados y rechonchos ejemplares. La emoción y las risas inundan el ambiente. Hemos encontrado un filón de torpedos dorados en oro y por momentos nos creemos los hombres más ricos del mundo. En realidad lo somos, estos instantes son incomparables y difíciles de describir, simplemente se viven, se sienten y con fortuna se comparten.
Si aprovechamos al máximo los picos de actividad hará que volvamos a casa con los brazos entumecidos.
Son las nueve y veinte de la tarde, el frenesí se ha terminado. Aún quedan minutos para que el sol se esconda pero por hoy ya hemos tenido suficiente. Sólo queda recordar los lances más espectaculares durante el camino de vuelta, mientras planificamos la siguiente jornada.
Entonces, quizás, todo cambie y lo que hoy mejor nos ha funcionado puede no depararnos captura alguna pero de lo que hay pocas dudas es que tanto de esta como de la que venga, si analizas y prestas atención a los detalles, siempre sacarás o perfeccionarás tus propias conclusiones, y a la larga, eso será lo que marcará en gran medida, tu evolución como pescador.
