Como con casi todos los señuelos que podemos encontrar en el mercado, existen multitud de modelos y tipos de jerkbaits, mucho de ellos muy parecidos entre si pero algunos de ellos, siempre con ciertas particularidades que los hacen diferentes al resto.
El primer aspecto en el que debemos fijarnos a la hora de adquirir un jerkbait sería en el tamaño y el peso ya que no es lo mismo trabajar un artificial de siete centímetros y diez gramos de peso que uno de veinte centímetros y cuarenta gramos. En general, los tamaños más polivalentes para pescar depredadores de agua dulce estarían comprendidos entre los nueve y los quince centímetros aunque hay momentos que modelos más contenidos o más grandes pueden entrar en juego.
El segundo factor a analizar en un jerkbait sería su flotabilidad. Existen modelos flotantes, hundidos, suspendidos y algunos intermedios que se encontrarían a medio camino entre los citados anteriormente. Dentro de todas estas variantes, los jerkbaits suspendidos son sin lugar a dudas la apuesta más segura y nos van a dar grandes resultados en casi todas las circunstancias de manera regular. Los flotantes incluso los hundidos también tienen su momento pero salvo situaciones muy concretas, yo iría hacia modelos intermedios, es decir que si flotan sea lentamente (slow-floating) y del mismo modo, si se hunden, que no lo hagan de una manera muy agresiva (slow-sinking).
Por último, es importante saber por un lado, la profundidad de navegación de cada modelo y por otro lado, el tipo de acción que realiza cuando le damos movimiento con nuestra caña. En acción de pesca vamos a ver como hay modelos que profundidad más que otros y del mismo modo, observaremos que cada jerkbait tiene una acción singular. A veces, esos pequeños matices son los que marcan diferencias y provocan que un modelo en concreto, en un momento determinado, produzca más picadas que otros. Lo importante es que conozcamos lo mejor posible a nuestros señuelos para así saber cuándo puede ser el mejor momento para cada uno de ellos.
