Postfreza.
Cómo casi todos los amores, este también llegó a su fin. Los cuerpos, visiblemente perjudicados, se encuentran bajo mínimos. Las marcas y cicatrices que marcan ahora sus libreas son los restos de la batalla que han librado contra la propia supervivencia de la especie. Los soldados protectores, ahora que sus proles han eclosionado, por fin pueden dejar las posturas en las que han permanecido durante al menos una semana. Las hembras, posiblemente ya bastante repuestas de los excesos, empiezan a recobrar la actividad.
Dejado atrás el frenesí, la alimentación vuelve a ser de nuevo el objetivo principal. Es lógico pensar que si en el entorno próximo del lugar dónde se han realizado las puestas hay comida en abundancia, los peces no la desaprovecharán permaneciendo en las proximidades. Si no fuera el caso, la buscarán hasta encontrarla, aunque para ello tengan que realizar largos desplazamientos.
Cuando hay un buen trabajo previo y los resultados llegan, cada captura sabe mucho mejor.
En ambos casos, la tendencia del núcleo de la población suele ser buscar aguas más profundas, produciéndose en muchos casos, asociaciones más o menos íntimas con los cauces principales y movimientos de aguas que en estas líneas siempre están presentes. No quiere decir que la totalidad del día estén en estos enclaves, si hay comida fácil en cotas poco profundas tomarán buena cuenta de ella pero estas referencias suelen estar presentes.
Pasadas aproximadamente un par de semanas de letargo, cierto abatimiento y por consiguiente poca actividad motivado por el desgaste y estrés sufrido durante la freza, el apetito vuelve a abrirse y en muchos casos vorazmente. La pesca rápida vuelve a ser una apuesta ganadora.
En estos momentos es conveniente empezar a pensar en profundidades mayores. El rango dependerá de muchos factores, en especial del alimento, pero por lo general, habrá un porcentaje de peces considerable entre los cinco y los diez metros de profundidad. Habitualmente este rango irá aumentando según avance las semanas, primeramente porque sus presas también lo harán y también cómo no, por el aumento de la temperatura del agua y la variación de la cantidad de oxígeno presente en las distintas capas.
Crankbaits y post-freza, una combinación que no suele decepcionar.
Al final todos los factores están relacionados y ligados de algún modo. Cualquier masa de agua está en continuo movimiento. Si se produce un cambio en uno de sus componentes posiblemente este provoque unas consecuencias en otros elementos y estos a su vez marcarán un giro en otros aspectos, y todo ello, en conjunto, dará como resultado modificaciones más o menos profundas en el comportamiento de todas las especies.
En esta fase los crankbaits de profundidad se convierten en una herramienta tremendamente útil y productiva. La capacidad que tienen para cubrir grandes extensiones de agua en poco tiempo y a diferentes profundidades, nos permitirá descubrir cómo y/o dónde se encuentran y una vez hecho será una opción que debido a sus variantes y versatilidad nos dará muy buenos resultados. Otras opciones a tener siempre en cuenta serían los pickies adaptados a la profundidad que deseemos trabajar y las spinnerbaits pesadas de gran tamaño.
Seamos responsables, tratemos las capturas como verdaderos tesoros.
Sea la fase que sea en la que nos encontremos, debemos de ser conscientes y tener siempre presente que durante la freza los peces están en uno de los momentos más críticos del año, tanto para ellos mismos como para las futuras generaciones, y sus cuerpos débiles y en ocasiones exhaustos son muy vulnerables.
Como pescadores deportivos, estamos obligados a tratarlos con el máximo cuidado, especialmente en esta época, devolviendolos rápidamente al agua, sin provocarles ningún efecto secundario ni trauma añadido a los que inevitablemente ya arrastran por las circunstancias. Sólo así podremos seguir disfrutando de su pesca, porque nunca debemos olvidar, que sin ellos, una parte indispensable de nuestras vidas desaparecería.
