Para muchos pescadores los meses de julio y agosto no son uno de esos meses que esperan con impaciencia en el calendario. Junto con los meses más rigurosos de invierno, posiblemente sea uno de esos periodos en los que las salidas de pesca se aparcan a un lado para dar paso a otros pasatiempos y aficiones, o simplemente para invertir más tiempo con la familia y amigos.
Las altas temperaturas, acompañadas de la apatía que en muchos casos tienen los peces, incitan a los menos apasionados a retirarse hasta que vengan tiempos más favorables. Es algo razonable, incluso lógico si lo miras fríamente… algunos, en cambio, somos incapaces de frenar nuestros impulsos tan solo con la cordura y aunque somos plenamente conscientes de que durante estas jornadas estivales pasaremos más de un calvario, seguimos viendo una oportunidad para seguir aprendiendo y analizando el comportamiento de nuestros rivales, familiarizándonos con nuevas técnicas o simplemente metiéndonos la dosis que necesitamos para seguir levantándonos cada día con ilusiones y fuerzas renovadas.
En este momento en el que la temperatura del agua llega a sus máximos anuales, todas las especies se ven obligadas a ingerir comida frecuentemente. Como cualquier ser vivo de sangre fría, su metabolismo va acorde con la temperatura del medio en el que se encuentra y por lo tanto, mayor temperatura significa mayor desgaste, mayor actividad y mayor necesidad de aportes para el organismo. Si nos quedáramos sólo con esto, podría parecer que esta época debería ser favorable para nosotros, pero como casi siempre, hay más factores que entran en juego y que complican más las cosas de lo que en un principio podría parecer.
Un pickie de grandes dimensiones cautivó a este espectacular ejemplar a la caída.
– Comida. La cantidad de alimento disponible en prácticamente cualquier masa de agua es abundante y variada. Esto afecta en gran medida a la pesca ya que a pesar de que los peces que perseguimos coman activamente, al tener tanta oferta disponible, será complicado convencerles para que emboquen alguno de los artificiales que les presentemos. Del mismo modo, al tener facilidad para encontrar alimento en cantidad, los peces no necesitan invertir mucho tiempo ni en localizarlo ni en llevárselo a la boca. Este escenario lo que va a provocar en no pocos casos, es que los peces se alimenten en periodos muy cortos de tiempo para permanecer muy apáticos el resto del día.
– Condiciones extremas y termoclina. De alguna manera estas dos variables están relacionadas, y lo que es más importante para nosotros, ambas influyen en el comportamiento de los peces. Los extremos nunca suelen ser buenos y en verano, en gran parte de la geografía española, los termómetros se disparan. Esas temperaturas tan elevadas afectan directamente al confort de casi todas las especies al no ser la ideal para ellas. Motivado también por los rigores estivales, la calidad del agua y en especial los contenidos de oxígeno disminuyen, provocando en muchos de nuestros embalses, la tan mentada termoclina, una capa que se crea entre una superior y otra inferior dónde por sus características, resulta ser la más idónea para casi todas las especies presentes en el agua.
Este cambio en el medio afecta considerablemente al comportamiento de prácticamente todos los componentes del ecosistema. La estratificación de todo el embalse lo que provoca es que esas condiciones de mayor confort se encuentren tanto a diez metros de la orilla como a quinientos y eso es algo que dificulta las cosas tremendamente a la hora de localizar a nuestros objetivos. En consonancia con lo anterior en esta fase habrá un porcentaje importante de la población a medias aguas pero estos peces suspendidos pueden estar en puntos remotos dónde a diferencia de la mayoría de las posturas típicas dónde se sitúan en otras fechas, no hay ninguna referencia que nos ayude a ubicarlos.
Cuando la sonda rebosa vida la diversión está casi garantizada, pero es fundamental saber manejarla e interpretarla.
El que haya un porcentaje importante de la población en esta capa intermedia no significa que no haya peces tanto en la capa inferior como en cotas más someras. En estas fechas es posible descifrar un elevado número de patrones distintos de lo más variopintos, otro asunto será que logremos descifrarlos o saber en qué momentos del día pueden ser productivos.
Partiendo de estas premisas es lógico llegar a la conclusión de que si nos centramos en ese porcentaje significativo de la población y logramos encontrar un patrón que funcione con estos peces suspendidos, estaremos en el camino correcto para que nuestras jornadas sean productivas. No será algo sencillo, lograr capturar peces en aguas abiertas es uno de los grandes retos que posiblemente podemos afrontar como pescadores deportivos de depredadores, pero si lo logramos, tendremos en nuestro poder un nuevo arma no demasiado explotada y demoledora en no pocas ocasiones.
PESCA de PECES SUSPENDIDOS: Parte 2
