Antes de responder a la pregunta de donde pescar luciopercas, debemos de cuestionarnos, qué es lo que necesitan las luciopercas en esta época. La primera es una más de esas cuestiones tan ambiguas y habituales en el mundo de la pesca pero que ineludiblemente, debemos afrontar, pero quizás si nos damos respuesta a la segunda, al mismo tiempo nos ayudará a entender algunos aspectos para saber por dónde empezar.
Cada escenario es distinto y por lo tanto, no siempre se puede extrapolar los comportamientos de una población enclavada en un hábitat concreto a cualquier otro. Cada masa de agua tiene sus peculiaridades e intríngulis y sólo con muchas horas invertidas, dedicación y constancia es posible descubrir una parte de ellas. Aun así, y teniendo esto siempre presente, hay ciertas similitudes entre todas ellas por las que podemos comenzar.
De todos los depredadores de agua dulce que habitan las diferentes cuencas del territorio español, posiblemente sea la protagonista de este artículo la que mayor atracción sienta por las entradas de agua. Cualquier recula con un aporte externo es un área, que en principio hay que tener en cuenta. Cuanto mayor sea el caudal que entre mejor, de hecho es algo sobradamente contrastado que en esta época, los principales ríos y arroyos que surten a los embalses, suelen albergar un gran número de ejemplares.
La zona influenciada por la entrada de este arroyo seguro será interesante.
El acceso rápido a fuentes de comida que les resulte sencilla de capturar es otro de los condicionantes esenciales en esta época, quizás no en el momento justo de la freza pero si en el antes y el después. Cómo cualquier especie, entre las que nosotros como seres humanos nos podríamos incluir, la lucioperca no se va a complicar la vida si puede evitarlo. Sin en un enclave concreto encuentra alimento con facilidad y en abundancia, ¿por qué iba a cambiar de asentamiento?
Si encontramos una zona generosa en comida y que cuente además con una entrada copiosa de agua más o menos próxima, posiblemente hayamos dado un paso de gigante para poder sacar el máximo partido a este periodo, y estemos en el camino correcto para obtener numerosas capturas. Esto no quiere decir que en otras zonas que no cumplan estos requisitos no frece ninguna lucioperca, en este apasionante rompecabezas pocas veces algo es negro o blanco, pero sí que es muy probable que en estas zonas menos evidentes, las densidades sean por norma general, mucho menores.
Si tenemos la fortuna de encontrar una zona con mucho potencial “sólo” es cuestión de añadir extras a las ya de por si favorables condiciones que tenemos, para que dentro un área extensa, podamos centrarnos en puntos más concretos, dónde ciertos detalles provoquen el efecto llamada en las luciopercas y, por lo tanto, una concentración mayor de individuos.
Estos extras suelen estar asociados de una manera u otra al confort, la orografía y al tipo de lecho que haya en el fondo.
Es lógico pensar que si un lugar aporta a las luciopercas tranquilidad y seguridad serán factores que ellas tendrán muy en cuenta. En este momento para ellas es algo muy importante, siempre lo es, pero ahora que además de salvaguardarse a sí mismas, tienen que hacer lo propio con su futura prole, es aún más relevante. Por eso, durante esta etapa, las orillas protegidas de los vientos dominantes suelen ser más productivas, al igual que los enclaves que albergan coberturas sumergidas próximas, ya que ayudarán a que los peces se sientan más cómodos y/o protegidos.
Los grandes ejemplares especialmente, no están en un sitio “por casualidad”.
Habitualmente las luciopercas prefieren zonas tendidas con pendientes muy suaves y progresivas para realizar las puestas, pero si tienen aguas profundas próximas serán aún más seductoras para ellas. No hay que olvidar que la freza propiamente dicha dura unos días y por lo tanto, tener acceso rápido a aguas profundas, para ellas siempre más confortables, es algo que aprovecharán sin dudarlo durante el periodo previo y posterior a la freza.
Aunque lo cierto es que la lucioperca no es muy exquisita en cuanto al sustrato (les es suficiente con que el fondo tenga cierta dureza o consistencia) y pueden poner los huevos sobre arena, gravas, piedras o incluso directamente sobre vegetales, la atracción que sienten por las praderas que acaban de ser anegadas es una evidencia. Es posible que este fondo, al estar más compacto (por el efecto de las raíces vigorosas de diferentes especies vegetales), junto con el añadido que le aporta esa alfombra mullida formada por dichas plantas, contenga el sustrato ideal para que las huevas encuentren aquí una cama de condiciones perfectas, dando como resultado final un porcentaje mayor de larvas eclosionadas, algo que a las luciopercas difícilmente les pase desapercibido.
