En estas fechas hay una variable peculiar y muy importante. A diferencia de gran parte del resto del año, los peces se agrupan formando comunidades más o menos grandes que en muchos casos están compuestas por ejemplares de tamaños similares. Esto es un arma de doble filo, por un lado, si encontramos uno de estos bancos, habremos localizado un buen número de ejemplares a la vez pero al funcionar como un grupo, hay ciertos aspectos que debemos tener muy en cuenta si queremos sacar el máximo partido a nuestro descubrimiento.
El principal motivo por el que se forman estas escuelas – así las llaman los americanos – es para aumentar la efectividad a la hora de cazar en aguas abiertas. Atacando en grupo, como podrían hacerlo otras especies de mar cómo los túnidos, las facilidades para romper los bancos de alburnos aumentan y aunque es cierto que son más bocas las que deben de alimentarse, la fuerza del grupo hace que cada individuo en el cómputo global obtenga una porción mayor que si lo hiciese individualmente.
Hay que estar listos: los picos de actividad suelen ser cortos pero intensos y si logras estar en el momento justo, en el sitio indicado, veinte minutos son suficientes para arreglar una dura jornada.
Pero al igual que comen a la vez, también sienten, sospechan o recelan en bloque y esto es algo que debemos tener muy presente a la hora de pescar uno de estos bancos. Sorprendentemente, este es un aspecto menospreciado por muchos y no es inusual ver como una vez encontrada una agrupación de peces, se les ataca de manera precipitada y lo que es peor aún, sin ningún tipo de criterio. Con lo complicado que en muchos casos es localizar una de estos grupos de peces, estamos de algún modo obligados a sacar el mayor rendimiento de cada uno de estos encuentros para compensar todo el trabajo que normalmente habremos realizado previamente.
Hay algunos aspectos que son vitales para conseguirlo:
– Sigilo, discreción y lejanía.
A pesar de que en muchos casos nuestros objetivos se encontrarán a cierta profundidad, nunca está de más procurar reducir al mínimo sonidos o ruidos extraños que puedan inquietarlos. Para ello lo primero será posicionarnos a una distancia considerable una vez que los hayamos localizado. Así vamos a lograr que no se sientan presionados y además, si tenemos la fortuna de clavar alguno, conseguiremos separar al pez del núcleo con prontitud, evitando así que el resto se sientan amenazados.
– Estrategia previa. De más a menos, de menos a más o cambios radicales. Antes de entrar en acción es imprescindible que todos los tripulantes tengan una idea clara de lo que se va a hacer y de la estrategia que se va a seguir. De este modo evitaremos que haya confusiones más adelante o que en momentos de tensión, sepamos cómo debemos actuar en base a los parámetros preestablecidos. El llevar a cabo una estrategia fundamentada es, sin lugar a dudas, lo que realmente marca diferencias. Una vez ubicados los peces será la llave que nos dé más peces que al resto y frecuentemente de mayor calidad.
Ondulantes y grandes luciopercas, otra combinación demoledora.
Sea cual sea la estrategia elegida, todas ellas deben estar relacionadas de algún modo con el comportamiento de los peces y su grado de actividad. Este estado puede variar mucho entre jornadas, de unas horas a otras del día, incluso entre diferentes escuelas de peces. Cada nuevo encuentro puede ser diferente al anterior y será la experiencia, el análisis del transcurrir de jornadas pasadas, lo que está aconteciendo en la que estamos viviendo o incluso la mera intuición, lo que hará decantarnos por una fórmula u otra.
